martes, 16 de abril de 2013

Drástico Inicio de La Soledad y Sus Maletas

Bueno fuera que nuestros sustos se ahogaran.
Que nuestro sastre nos cociera los labios
y entonces, al arrepentirse, uno dejara de estimular
el inequívoco retorno y la sigilosa llegada
de alguien más.

Pero no estamos en las condiciones exactas, quizá,
estamos en el lugar incorrecto, más sin embargo, nos
movemos por momentos precisos. Y no.
No se me facilita hacer amor, sin recompensa.
Sin muerte ni mareos.

Despiertas y comes de la mano que no está.
Es tu madre o una camarera. Pero ella jamás.
Porque al estar acompañado
es cuando mejor entiendes
lo que es estar solo.

El tiempo, me puso a la puerta.
Para encontrarte de pronto, con las manos cerradas.
Clausurando tus piernas, poniendo maletas afuera.
Que, seguir así no vale la pena.
Escupes.

Bueno fuera, que la gente tolerara las heridas
del hilo que llevamos en el cabello y en los dedos.
Que nadie más supiera decir la palabra "ceder"
y por tanto, claudicar de más, no fuera una opción.
Necesitemos un destino lejos de lo fijo y más cerca
de lo meloso. De lo dócil.

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