domingo, 1 de septiembre de 2013

Sistole y Diastole

Yo digo que la muerte no tiene piel. Pero, ¿entonces como explicarte que el útero abyecto de mi vida converge en la raíz del hueco artesanal de mi viveza? ¿Para qué piel si es que la hay? Ese resquicio, esa grieta ruin que lleva consigo la fe de mi naturaleza. Ese deseo, ese secreto feroz que por similitudes y por ángulos poco dóciles y mundanos emigraron al huerto de mis esperanzas. Algunas veces rotos, como tu voluntad, algunas veces como tus destello y tu separo de mi pasión teñida por el mar, mar que se refleja en tus dientes y en la pierna izquierda. Accidente e inocencia. Y no puedes tener a alguien más de diez minutos sin sorprenderse, en el tren, en la acera, en todo tabaco. Tu aroma, tus manchas que marcaban una dirección, un sueño que funcionada, antes de que las cartas fueran memorias. Y las memorias en cartas, o los fuegos  en epístolas de penurias. Nuestro quehacer de jugar otra vez, con la suave melodía de nuestro corazón. Tan radical. Brazos de diez fulgores, felino con mapas en la espalda. Tienes la sospecha de un animal que salta, tienes el basta en refugio de miel, un armario sin puertas ni ramas, ni flores ni ventanas por donde dejar entrar mi recelo. Como te vas, vienes. Abriéndote paso a las estrellas de un rostro que no tarda en besar tus palmas que se hayan en tus ojos hinchados por la abrigadora verdad. Y sin auspició vamos coleccionando días muertos, más sin embargo sigues sembrando confianza. Mi muerte, es allá afuera. Mi muerte son los demás. Los veo sin piel, sin ropa. Con botones en las rodillas. Tienen una suspicaz sonrisa hasta los pies. Son hilos incandescentes que no me dejan en paz. Son hogares para los mendigos. Son utileria y arsenal viejo. Mi tristeza y mi requiebro me dan dos llamadas a la perdición que fluye cual tugurio de sueños fatales. Y yo, queriéndote cuidar me abres paso y me coges del brazo quitando el otoño cuando dan ganas de correr. Y cuando queremos amar, ahuyentas los días tristes de Marzo. Huye, como la noche que no me espera. Entierra ya, mis papeles de unión, porque mi futuro es una alquería sin dedos. Mi lazo te lo quedaste tú, y no hay giro, no hay. Te amo desde el primer día que me citaste con tus exteriores, y claro, el primer día que me discutí una botella de vino con tus interiores. Fuiste mi amenaza envuelta en rocío, tan lejana y fugaz. Pero siempre mía, sin reparo, llena de vigor ante la vida. Pisando la ciudad, horas y minutos antes o después que yo. Te encontré tan reticente. Fuimos dos peces con suerte. Dividimos nuestras vidas, en semanas para cada quien, en dos gardenias. Montamos una lista inmensa de sueños y volvimos una vez a las risas y miradas. "En la residencia de tus fantasmas se renta espejo enorme"Así andamos, como la vida, coma las citas y las letras. Me asomo a ti, amada mía, con todo sentimiento. Puedo decir que siempre te escribiré. Que me has superado, que siempre fuiste y seras mi liga al mundo. Serás mi guía de bienaventuranzas melifluas.Tú, con tu color abismal que me arrastro hasta acá sin decirme antes que algún día sería la razón de mi peregrinar, el porque de mi modelo y maquillable enfermo e ignoto desierto que hoy me empuja a vivir más para decir juntos que el sentido de nuestra vida juntos es autárquico y asequible.